7.11.11

Sin blanca en París y Londres

Vale la pena decir algo sobre la posición social de los mendigos, porque cuando los has tratado y has visto que son seres humanos normales y corrientes, es inevitable que te llame la atención la curiosa actitud que la sociedad adopta respecto a todos ellos. A lo que parece, la gente cree que hay una diferencia esencial entre los mendigos y los hombres "que trabajan". Son una raza aparte, marginados, como los delincuentes y las prostitutas. Los trabajadores "trabajan", los mendigos no "trabajan"; son parásitos, son inútiles, por naturaleza. Se da por supuesto que un mendigo no se "gana" la vida igual que un albañil o un crítico literario se "ganan" la suya. Es una simple excrecencia social, tolerada porque vivimos en una era humana, pero esencialmente despreciable. Ahora, si nos fijamos bien se ve que no hay ninguna diferencia esencial entre los medios de vida de un mendigo y los de un montón de gente respetable. Los mendigos no trabajan, se dice; pero, entonces, ¿qué es trabajar? Un peón trabaja haciendo servir el pico. Un contable trabaja sumando cifras. Un mendigo trabaja estando en la calle llueva o nieve, víctima de las varices, contrayendo bronquitis crónicas, etc. Es un oficio como cualquier otro; completamente inútil, claro, pero muchos oficios reputados también son completamente inútiles. Además, como tipo social un mendigo es muy comparable al resto de la gente. Es honesto comparado con los vendedores de la mayoría de especialidades médicas, altruista comparado con el propietario de cualquier semanario, amable comparado con un vendedor de productos a plazos; en resumen, un parásito, pero un parásito bastante inofensivo. Casi nunca saca de la comunidad otra cosa que los medios ralos para subsistir y, cosa que según nuestro código ético lo tendría que justificar, lo paga con creces a través del sufrimiento. No creo que un mendigo tenga nada de especial que lo tenga que situar en una clase diferente del resto de personas, nada que dé derecho a la mayoría de hombres de hoy en día a despreciarlo. Entonces surge la pregunta: ¿por qué se desprecia a los mendigos? (ya que es evidente que se los desprecia universalmente). Creo que es por la simple razón de que no consiguen ganarse bien la vida. En la práctica a nadie le importa si un trabajo es útil o inútil, productivo o parasitario; la única cosa que se exige es que sea rentable. Detrás de todo lo que se habla hoy día sobre energía, eficiencia, servicio social, etcétera, ¿qué hay sino la idea de "ganar dinero, ganarlo legalmente y ganar mucho"? El dinero se ha convertido en la gran prueba de la virtud. Los mendigos no superan esta prueba, y por tanto se los desprecia. De todas maneras, puedo apuntar una o dos cosas que sin duda he aprendido después de vivir sin blanca. No volveré a pensar jamás que todos los vagabundos son un hatajo de borrachos facinerosos, ni esperaré que ningún mendigo se sienta agradecido cuando le dé un penique, ni tampoco me sorprenderá la falta de energía de un hombre que no tiene trabajo, ni me inscribiré en el Ejército de Salvación, ni empeñaré la ropa, ni rechazaré un folleto de propaganda, ni comeré a gusto en un restaurante de lujo. Por algo se empieza.


George Orwell
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