11.11.07

Mailer

Éste es, de una parte, un valiente y gran escritor dotado de una implacable entendimiento del lugar donde se entierran los cadáveres, y de otra un brujo desmedido, inmerso en el criollismo, adorando cualquier perfume que simule el mal olor de de los muertos con la misma intensidad que siente admiración por el crimen. Su afición más destacada no le lleva al arte, sino a la magia. Primero provoca y después desconcierta, apunta a la flor y se lleva de contrabando la raíz. Como un boxeador que gana todos los rounds, pero que es incapaz de propinar tres buenos puñetazos seguidos, sus buenas intenciones son seguidas de otras malas. Una frase, que es como un golpe universal, es seguida por un parlamento demasiado íntimo para ser comprendido por su último admirador. Resulta enloquecedor a la manera de Allen Ginsberg. En medio de alguien realmente grande, suelta una ventosidad; de las profundidades de un silogismo hace brotar un estornudo. Las torturas y retorcimientos de su sistema nervioso son ofrecidos con el mismo orgullo que sus creaciones; no busca solamente el arte sino tambien el remedio terapeutico. Es obstinado y perverso. Tiene la inteligencia de un maestro y los modales de un niño malo excesivamente consentido. Asi que el sentido justo de su obra nunca puede ser descubierto y lo que uno experimenta, echando mano de todas sus facultades criticas, es que su finalidad no es algo que pueda descubrirse. Cada delicada verdad esta paralizada con la mentira en que la envuelve, toda asercion vigorosa es obligada a caer de rodillas ante el retorcimiento surrealista de su significado.



Critica de Norman Mailer a “Los Negros” de Jean Genet.
Crónicas Presidenciales
1964

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