24.1.11

El último fumador

La discriminación hacia los fumadores creció rápidamente al nivel de la caza de brujas. Pero era difícil de controlar, precisamente porque los discriminadores no consideraban que sus acciones fueran una locura. La crueldad humana no es nunca tan extrema como cuando se comete en nombre de una causa elevada, sea ésta la religión, la justicia o el bien. En nombre de esta moderna religión de la “salud”, y aun enarbolando la bandera de la justicia y el bien, la escalada de la discriminación contra los fumadores pronto llegó al asesinato. Un conocido fumador compulsivo fue destrozado en la calle y a plena luz del día por una banda de 17 ó 18 amas de casa histéricas que estaban en un centro comercial y dos policías. La víctima se había negado a dejar de fumar a pesar de las repetidas solicitudes que había recibido. Se decía que, mientras moría, la nicotina y el alquitrán le chorreaban por los agujeros que le habían provocado las balas y los cuchillos de cocina.

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