
El lemming es un roedor parecido al ratón de campo, cuyo hábitat natural pertenece a las tundras y taigas propias de las regiones árticas. De pequeño tamaño (menos de 15 cm), hervíboro, el lemming no hiberna para poder seguir comiendo, vive en solitario y solamente se relaciona para reproducirse, cosa que, como ocurre con tantos roedores, suelen realizar de forma explosiva, debido en gran parte a la fertilidad de la hembra y a su corto ciclo reproductivo.
De hecho, los lemmings son conocidos por ser una de las pocas especies de vertebrados que se reproducen tan rápidamente que, demográficamente hablando, constituyen un sistema caótico. Además, cada más o menos cuatro años, la población de lemmings de una zona se reduce bruscamente hasta casi la extinción, sin que se conozca una explicación rigurosa hasta el día de hoy.
En este sentido, existe el mito de que los lemmings se suicidan en masa como parte de un mecanismo de autorregulación de la naturaleza. Sin embargo, otras teorías menos arriesgadas consideran que dichas muertes se producen accidentalmente, debido a la impronta genética que posee este roedor y que determina su sentido de la orientación durante las migraciones. Este instinto biológico le induce a desplazarse invariablemente en una dirección o ruta concreta, que es independiente de los cambios topológicos y/o climáticos que puedan producirse en su ecosistema, ya sea de forma natural o por la mano del hombre. Esto provoca a veces situaciones en las cuales los grupos de lemmings se precipitan sin sentido aparente hacia un río, un despeñadero o cualquier otro accidente sobre el terreno.
Dicho lo cual, pasemos a disfrutar de su compañía, intentando salvarlos de la destrucción... pulsa en la flecha de arriba.
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