Esta es una de esas singulares noticias que, de vez en cuando, nos alegran el desayuno y provocan la primera conversación mañanera con el camarero de turno:
Hace unos pocos fines de semana una vecina de Lorca llamó al teléfono de emergencia asegurando que estaba escuchando durante toda la tarde gritos de una mujer pidiendo socorro. Rápidamente se desplazó hasta el lugar un par de agentes de la Policía Local acompañados de un efectivo del Cuerpo de Bomberos. Un policía llamó al timbre de la vivienda de donde supuestamente procedían los gritos y de ella salió un joven. El agente, con mucha educación, explicó que habían recibido una llamada de una vecina advirtiendo de que estaban gritando "¡Socorro, socorro!" El vecino, seguramente después de tomarse unos segundos, tuvo que explicar que la que gritaba era su novia, y que exactamente no pedía ayuda, sino que decía "¡Me corro, me corro!" Sonrojados ambos, vecino y agente, se despidieron con timidez. Seguramente, la mujer a partir de ahora elegirá otra frase para sus gritos.
Desde borreguitos apostamos por la implantación coclear del audífono de la señora, o bien por un proyecto de acondicionamiento acústico de la vivienda en cuestión, con el fin de que permita una correcta recepción del tracto vocal de los vecinos cercanos, o en su lugar un completo aislamiento acústico que deje en el más profundo de los silencios a sus generosos y creativos oídos.
En cuanto a la frase en cuestión, ¿cuál elegirías tú?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
No sé, lo suyos casi me los imagino, aunque hay cosas increíbles, eh?
Yo conocí a una que gritaba tanto, tanto, que no podía por menos que pensar que fingía. En serio:)
Los míos serían un poco, tan bastos, que no me atrevo, por falso pudor, a quí a reproducirlos.
Aunque hay quien luego no dice ni palabra.. Son etapas, supongo.
Salud
en las películas eróticas y pornográficas que ven en video, las mujeres parecen gozar (y lo exteriorizan con gritos, sollozos y contorsiones) apenas les tocan la punta del pezón. Y que, durante los actos sexuales, prodigan gemidos, gruñidos y ronroneos, cuando no aullidos, demostrativos de profusión de orgasmos espasmódicos. Los varones, en dichas películas, suelen ostentar penes ampulosos y llamativos, contundentes en cuanto a su firmeza y pródigos en larguezas y contornos.
Un fastidio para los pobres espectadores que no pueden evitar la comparación mental con sus propios pertrechos, no siempre tan interesantes de cara a su exposición pública o privada. El español medio hace uso del sabio dicho "pequeña pero juguetona", si bien, en el fondo de sus fondos, no acaban de estar convencido del todo.
Es, en ese fondo, es el ritmo de la respiración, la que lleva el pulso sexual.
¿Y tú, nr4k0?
Hagamos un 68, le dice a Ella, Él.
Un 69, querrás decir.
No el 68, insiste.
¿Y eso cómo es? pregunta ella.
Tú me la chupas y yo te debo una.
Eso es una buena noticia, por eso seguramente no saldrá en los periódicos. ¡Ojalá, que el día que la policía llegue a mi casa, sea por el mismo motivo!
¡Salud!
Publicar un comentario