Entonces, esos días me llevan más lejos todavía en mi sueño. Lo que busco se me aparece cada día más, con una fuerza que me llena de felicidad. Desde la salida del sol hasta la noche, camino a través del valle, buscando los hitos, los indicios. La deslumbradora luz que precede a las lluvias del invierno, los gritos de las aves marinas, las ráfagas del viento del noroeste, crean en mí una suerte de embriaguez. A veces, entre los bloques de basalto, a mitad del glacis, en las orillas del río Roseaux, distingo una sombra furtiva, tan rápida que nunca estoy seguro de haberla visto realmente. Ouma, bajando de su montaña, me observa, oculta tras una roca o en los bosquecillos de vacoas. A veces viene acompañada de un muchachito de extraordinaria belleza a quien ella llama su medio hermano, y que es mudo. Permanece a su lado, sin atreverse a acercarse, con aire salvaje y curioso a la vez. Se llama Sri; según dice Ouma es un apodo que le dio su madre porque es como un enviado de Dios.
"El Buscador de Oro"
"El Buscador de Oro"
JMG Le Clézio
Premio Nobel de Literatura 2008
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