Por mucho que retroceda en mi memoria, siempre oigo el mar. Mezclado con el viento en las agujas de los filaos, con el viento que no cesa, ni siquiera cuando te alejas de las costas y te adentras por los campos de cañas, es el ruido que ha arrullado mi infancia. Lo oigo ahora, en lo más profundo de mí, me lo llevo a dondequiera que voy. El ruido lento, incansable, de las olas que rompen a lo lejos en la barrera de coral y que vienen a morir en la arena del Río Negro. No pasa un solo día sin que me vaya al mar, sin que me despierte, con la espalda húmeda de sudor, sentado en mi camastro, apartando la mosquitera e intentando percibir la marea, inquieto, lleno de un deseo que no comprendo.
Le Clézio
Le Clézio
2 comentarios:
Es tuyo?si es así felicidades!
Fuerte abrazo.
Hola G;-)
Qué más me gustaría que fuera mío, aunque agradezco el equívoco. Es "El Buscador de Oro"del Premio Nobel de Literatura 2008, JMG Le Clézio y tú, escribes muy como él. Piénsalo.
Gracias por la visita y Buen fin de semana.
Un fuerte abrazo,
Kaixo :)
Publicar un comentario