El alma aristocrática de igual que toma: en virtud de un instinto apasionado y fácil de despertar que le impulsa a corresponder a todo y reside en lo más hondo de su ser. Entre seres iguales, el concepto de "favor" carece de sentido y hasta de buen olor. Puede que tenga algo de sublime dejar que descienden de lo alto, por así decirlo, y beberlos con avidez gota a gota; pero al alma aristocrática le falta habilidad para desplegar este arte y adoptar esta actitud. Su egoísmo se lo impide, pues, por lo general, no le gusta mirar hacia arriba: o mira despacio y cara a cara, a quien tiene delante, o dirige sus ojos hacia abajo; tiene una clara conciencia de que está en las alturas.
Federico, Nietzsche
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
No todos los aristócratas somos así :D
Tenéis razón, aún cuando fuera mentira. Si es mentira, aún mucho más.
Os honra la piratería:D
Publicar un comentario