
Es lo que pienso cuando imagino una Empresa, con una importante cantidad de empleados, que cumplen de la mejor manera posible con los medios disponibles la tarea encomendada, a cambio de unas metas acordadas en tiempo y manera oportunos. Una serie de cualidades y perfiles por y para cada empresa, elaborado siempre por personas sobre un flujo de información infinito, ambas cada vez más evolucionadas sobre menos axiones, o matrices de gestión dispersa no clásica, ni anónima.
Así lo pensaba cuando, pese a las condiciones pactadas para cobrar el penúltimo día hábil de cada mes, el pecunio no aparece el último día. Exagerando sin dramatizar para esos no-mileuristas, puede aparecer el hambre, padres con vergüenza de no haber podido pagar la hipoteca, planes trastocados hacia el fin de semana o el día a día, en definitiva; falta de madurez en una Empresa de la Administración Pública. Así que, si eres funcionario y te encuentras en un Viernes 29 de Febrero, bisiesto y sin palné, se me estremece el alma y me acuerdo de esta Gala.
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