Hace unos días bajé al sótano de mi casa por la rampa del garaje. Estaba oscuro, y cuando fui a encender la luz, me topé con el inconfundible tacto de un zapato de piel, muy pequeño. Luego cogí el móvil y le hice esta fotografía, preguntándome quién podría haberse dejado ahí un zapato de niño, de no más de dos años. Por la tarde, ya en mi casa, pensé que algún vecino se lo habría encontrado en el suelo del garaje, en alguna plaza de vehículos cercana.
Varios días más tarde, habiendo comprobado que el zapato, efectivamente, había desaparecido ya del interruptor de la luz, estuve recopilando unas cuantas fotografías de mi excursión a la
antigua capital del Reino, allá por mayo, y me di cuenta de que, a veces, el
dèja-vu sucede de forma arrogante y explícita:
En efecto, en un garaje abierto al lado de la Catedral, pude ver el cartel donde se anunciaba la existencia de un zapatero en dicho garaje (imagen no muy plástica, pero sí curiosa, merecedora de foto al menos).
Así pues, mi idea ahora es que alguien busca algún zapatero en mi garaje, para arreglar el zapato blanco, o el otro par, perdido en el fondo del armario. Las leyes cambian, y si antes se decía
zapatero a tus zapatos, ahora podría ser:
zapato, busca a tu zapatero (en un garaje).Por otra parte, puede ser que alguien esté buscando a un zapatero escondido en mi garaje, y le haya puesto un cebo. Tendré que descubrirlo por mis propios medios... ¿Le gustarán al zapatero mis
J'Hayber del '89?
